RELOJ-ALHAJA

El vínculo entre la relojería y los oficios de orfebrería y joyería viene desde hace mucho tiempo; prácticamente desde la aparición del reloj portátil, en el siglo XVI, y cuando era aún un objeto exclusivo y de estatus, solo accesible para los reyes y reinas. Se piensa que la relojería habría logrado radicarse con fuerza en el cantón libre de Ginebra desde el momento en que la ciudad-Estado fue gobernada por Juan Calvino, en el siglo XVI. El fundamentalismo religioso llevó a prohibir todo tipo de ostentación y lujo en el vestuario o en los adornos. Los ricos y poderosos empezaron a usar solo sus relojes, dado que la mentalidad protestante defendía el concepto de “tiempo es dinero”. Para limitar las prohibiciones, los relojes comenzaron a construirse con cajas en materiales preciosos y ornamentados con diamantes, rubíes, perlas… Así, los relojes-alhaja presentan soluciones exteriores más cercanas a la joyería que a la relojería, por los materiales preciosos empleados y por el tiempo y el talento invertidos.