RELOJ DE CUARZO

En 1930, Morrison construyó el primer reloj de cristal de cuarzo en los laboratorios Bell Telephone de Nueva York. En 1967, el Centre Electronique Horloger (CEH), en Neuchâtel, Suiza, desarrolló el primer movimiento de cuarzo para reloj de pulsera, el Beta 21. Era el resultado de varios años de investigaciones, financiadas por un consorcio de 16 fabricantes helvéticos de relojería, incluyendo a Rolex. Pero años más tarde los primeros relojes de cuarzo suizos entraban al mercado, y en muy pocas cantidades. Por eso, la empresa japonesa Seiko reivindica la superioridad del reloj de cuarzo (a fines de 1969 lanzaba al mercado el Astron 355Q). Fue el inicio de una etapa negra de la industria relojera suiza (con el cuarzo, Japón pasaba a liderar desde Asia la producción de relojes mucho más exactos y a costos más reducidos). Cuando los suizos adoptaron masivamente la producción de relojes de cuarzo, ya habían perdido cuotas de mercado y practicaban precios muy superiores. En los años 70 y 80 muchas fábricas suizas cerraron, provocando una ola masiva de desempleo. Irónicamente, fue un reloj de cuarzo, el Swatch, y su revolucionario concepto, lo que permitió que, a mediados de los 80, la industria helvética se recapitalizara y aprovechara una nueva inclinación mundial de reapreciación del reloj mecánico. En los años siguientes, y hasta la actualidad, el empleo volvió a crecer y la relojería mecánica alcanzó valores de exportación récord. Para tener una idea de la importancia del reloj mecánico, en números de 2006, cerca de 90% de la producción helvética es, en términos de volumen, de relojes de cuarzo, y el 10% restante constituye piezas mecánicas. Pero, en términos de valor de exportación, estos últimos representan más de 52%. ¿Qué es un reloj de cuarzo? El corazón del reloj consiste en un circuito integrado, formado por un número considerable de componentes electrónicos, agrupados en una base de apenas algunos milímetros cuadrados. La fuente de energía del reloj de cuarzo consiste en una batería en miniatura, que tiene una autonomía para varios años. El tiempo es dividido por un oscilador de cristal de cuarzo, que vibra en forma constante por la energía suministrada por la pila. Los relojes de cuarzo son extremadamente exactos, debido a la alta frecuencia de las vibraciones (32 kHz, contra 3 Hz [21,600 alternancias por hora]o 4 Hz [28,800 alternancias por hora] de la mayoría de los relojes mecánicos”. Además, la constancia de las vibraciones (propiedad piezoeléctrica del cristal de cuarzo). Por tal motivo, tiene variaciones del orden de un minuto por año, o de un segundo por día. Los relojes con cuarzo compensado alcanzan a tener incluso una precisión más elevada. Los relojes de cuarzo no necesitan ruedas dentadas o escapes que perturben la regularidad de su frecuencia. Hay relojes de cuarzo con indicación analógica o digital del tiempo. Mientras que en los primeros hay una transmisión mecánica desde el movimiento a las manecillas, en los segundos hay una transmisión directa desde el circuito integrado hasta la carátula de cristales líquidos. Hay una confusión recurrente en pensar que los relojes de cuarzo son siempre digitales y los relojes mecánicos siempre analógicos, cuando tanto unos como otros pueden tener indistintamente estos tipos de lectura, algunas veces conciliando incluso las dos en una misma carátula. Desde fines del siglo XX se han hecho experimentos con relojes de cuarzo que no utilizan pila, esta es remplazada por procesos solares o mecánicos de captación de la energía, que es posteriormente retenida en un acumulador y dirigida al cristal de cuarzo. Son los denominados relojes híbridos o autocuarzo, que llegan a tener tantas o más piezas mecánicas que uno mecánico.

Reloj de cuarzo de Grand Seiko.