AUTÓMATA

En la Antigüedad, en países como Egipto, Grecia y Roma, las representaciones de los dioses estaban a veces dotadas de mecanismos, impulsados por agua o pesas, que los hacían moverse en ocasiones especiales, indicando, por ejemplo, un nuevo rey. Máquina generalmente provista de un mecanismo de relojería, que pone en movimiento figuras de personas (androides), animales, etc. El relojero suizo Jaquet Droz fue uno de los más famosos constructores de autómatas, la mayoría destinados al mercado chino. En relojería gruesa, figuras como los Jaquemart golpeando las campanas fueron utilizadas desde muy tempranamente. Cajas de música, con autómatas y medidores de tiempo acoplados, dependientes de mecanismos relojeros, fueron objetos muy de moda en los siglos XVIII y XIX. Su miniaturización también tuvo lugar en relojes de bolsillo y relojes de pulsera. Los relojes y los autómatas permitieron a los padres jesuitas y a los comerciantes occidentales abrir las puertas de la corte imperial china, a partir del siglo XVI. El padre portugués Gabriel de Magalhães, fallecido en Beijing en 1677, construyó varios relojes para las cortes, entre ellos un autómata, en 1667, ofrecido al emperador Kangxi. En la actualidad, hay muy pocas casas que sigan haciendo este tipo de mecanismos, tanto en relojería de pulsera como gruesa o monumental. El más conocido es François Junod, una de cuyas obras está expuesta en el Musée Atelier Audemars Piguet de Le Brassus.

Antigua Ilustración de Jaquet Droz presentando sus autómatas