Traducido al español como ‘granallado’, el término francés es más conocido por su uso continuo en relojería desde hace siglos. El grenaillage era el acabado habitual en los puentes y platinas de los mecanismos que van del siglo XVII al XIX. Se reconoce por el acabado granulado que adquiere la superficie después de recibir una intensa proyección de partículas a gran velocidad. Arenado o el término inglés ‘frosted’ son también habitualmente empleados para describir este tipo de acabado que, además de aumentar la vistosidad de las piezas, deja libre de cualquier residuo sus superficies.