Una técnica de acabado reservada a las piezas más especiales de los calibres y que están más a la vista, como los martillos de un dispositivo de sonería o el puente de un tourbillon. Tradicionalmente se ha realizado frotando la pieza sobre una superficie de cinc tratada con un material abrasivo. El pulido espejo es el más complicado de cuantos se emplean en los mecanismos al requerir que la superficie quede completamente lisa. Sólo así se conseguirá el efecto espejo en el plano y, además, que al variar el ángulo de visión de la pieza el pulido sea tan perfecto que la luz no se refleje en este mismo ángulo. Será entonces cuando la pieza adquiera un tono similar al ónice, lo que ha llevado a esta técnica a ser denominada también como pulido negro.