RELOJ DE PULSERA

Así como nadie sabe quién inventó el reloj mecánico, tampoco se sabe quién inventó el reloj de pulsera. Hay textos que hablan de una especie de reloj de pulsera que la duquesa de Leicester habría dado a la reina Isabel I, de Inglaterra, en 1571. Según parece, las damas de las cortes europeas usaban esporádicamente en el siglo XVIII pequeños relojes-alhaja anudados por cintas a la muñeca, presentados entonces como un objeto de novedad, exclusivo. La fábrica Girard-Perregaux hizo en 1880 relojes de pulsera para la Marina de guerra alemana, pero los colocó en el mercado recién en 1904. Ese mismo año, el joyero Louis Cartier creó un reloj de pulsera especialmente para su amigo, el aviador brasileño Santos Dumont, que se lamentaba de no poder ver las horas mientras pilotaba su avión. Parece que, inicialmente, los hombres no querían relojes pulsera, por considerarlos afeminados, prefiriendo los modelos de bolsillo. Con la declaración de la Primera Guerra Mundial (1914-18) y con el desembarco del ejército estadounidense en suelo europeo, el reloj de pulsera se generalizó (en el teatro de guerra, con múltiples nacionalidades, las acciones coordinadas eran más fácilmente ejecutadas viendo las horas en la muñeca que sacando el reloj constantemente del bolsillo). Los primeros relojes de pulsera fueron, por lo tanto, militares, y sus cajas y pulseras reflejaban eso, vidrios gruesos, cajas herméticas, tapas de protección, mallas anchas (para adaptar el reloj de bolsillo a la muñeca), etcétera.