PRECISIÓN

Los relojes mecánicos primitivos, que comenzaron a aparecer en Italia e Inglaterra alrededor del año 1300, tenían escape de asta y foliot como órgano regulador muy falible, y podían tener desvíos diarios del orden de una hora o incluso más; los relojes con ese sistema y convertidos en portátiles debido a la introducción del resorte helicoidal como cuerda, inventados alrededor del año 1500 en la Selva Negra, no resultaron mejores. La introducción de la espiral, primero, y del péndulo y el escape de áncora, a partir del siglo XVII, posibilitaron que la relojería mecánica lograra precisiones de más o menos 20 segundos diarios. La mejora de los materiales, con aleaciones termocompensadas en el péndulo o en el balance-espiral, permitieron alcanzar en el siglo XIX precisiones de hasta más o menos 3 segundos por semana. Y los cronómetros de marina llegaron a tener variaciones diarias de solo 0.3 segundos. La introducción de la electricidad en los relojes permitió, a mediados del siglo XX, precisiones del orden de más o menos un segundo por año. Un reloj de cuarzo de calidad puede tener variaciones de apenas un segundo cada 30 años. Un reloj atómico, el equivalente a 1 segundo cada 3,000 años.