RELOJ DE PUNTO

El reloj mecánico, y la subsiguiente racionalización del tiempo, está en la base de la Revolución Industrial y del llamado “tiempo de las fábricas”, con horarios exactos de entrada y salida, en contraposición con el “tiempo de los campos”, con ritmos variables, de sol a sol, a lo largo del año. El reloj de punto apareció a fines del siglo XIX, en grandes unidades fabriles de Estados Unidos y rápidamente se difundió su uso por el mundo. Comenzó por ser solo un reloj mecánico con capacidad de imprimir la hora en tarjetas. Después, el sistema evolucionó: un reloj maestro, instalado en la fábrica o recibiendo la hora de uno en el exterior, la distribuye a relojes esclavos que tienen la capacidad de imprimir la hora en las tarjetas. A la entrada, el obrero insertaba una tarjeta en el reloj esclavo y este registraba la hora en dicha tarjeta. A la salida, o en el intervalo para el almuerzo, se procedía del mismo modo. Los relojes de punto comenzaron por ser mecánicos, después mecánico-eléctricos y en la actualidad son electrónicos.