RELOJ DE BOLSILLO

En Occidente, el bolsillo se populariza en la indumentaria masculina desde el primer cuarto del siglo XVII y el reloj de inmediato se adapta a esta nueva realidad. El reloj de bolsillo, muy popular desde 1675, es el verdadero símbolo de riqueza de reyes y burgueses, que se ostenta colgado en cadenas de oro. A partir de la Primera Guerra Mundial, debido a la necesidad de que miles de oficiales y soldados sincronizaran entre sí los tiempos de acción, el reloj de pulsera pasó a ser un artículo de uso masivo. En un periodo de 20 años, la cantidad de unidades producidas de relojes de pulsera sobrepasó a la de relojes de bolsillo, que a fines del siglo XX prácticamente se dejó de utilizar, a pesar de ser siempre tendiente a una mayor exactitud que el reloj de pulsera. Es una evolución del “huevo de Nuremberg” inventado alrededor de 1500 en la Selva Negra, Alemania (con la cuerda que reemplaza los pesos, se había dado el primer paso hacia la portabilidad del tiempo). Comenzó por tener llave para dar cuerda. En 1843, con Adrien Philippe, fundador de Patek Philippe, llega la corona, que le da cuerda y sirve para ajustar las manecillas al mismo tiempo. El reloj de bolsillo es uno de los objetos que más se identifican con la Revolución Industrial y el porte burgués en Occidente (en los siglos XVIII y XIX, un caballero solo tenía lista su indumentaria si exhibía un reloj de bolsillo, con cadena, en el chaleco). A partir de la Primera Guerra Mundial, con la masificación del uso del reloj pulsera, el modelo de bolsillo fue perdiendo espacio, siendo hoy, más que nada, un objeto de colección.

Reloj de bolsillo de Patek Philippe.